Respuesta del Sindicato Profesional de Justicia de la Unión Sindical Obrera de Andalucía (SPJ-USO Andalucía) a Eugenio Ribón, Decano del Colegio de la Abogacía de Madrid.
Del buen trato nace el ingrato. Nada hay peor que un espontáneo que se lanza al ruedo sin aviso para, enarbolando la bandera del interés general, morder la mano que le da de comer y dar lecciones de moralidad de manera parcial e interesada.
Tal es el caso de Eugenio Ribón, actual Decano del Colegio de la Abogacía de Madrid, quien, metiéndose en camisa de once, doce o veintitantas varas, no tiene mejor cosa que hacer un lunes que aleccionar de modo condescendiente a los funcionarios y funcionarias de los cuerpos generales de la Administración de Justicia, manifestando que, tal y como refiere europapress, «la huelga en Justicia está causando un daño irreparable a los profesionales y a los justiciables, ciudadanos y empresas; les pido a los sindicatos que desconvoquen de forma inmediata estos paros asumiendo que el actual contexto político no permite vislumbrar un fin cercano a este conflicto».
Vamos a ignorar deliberadamente el hecho de que el doble rasero de Ribón parezca olvidar la realidad colaborativa de los cuerpos generales de Justicia con sus colegiados cada vez que éstos comparecen sin cita previa en las oficinas judiciales, o nos telefonean sin verificación de identidad alguna, mientras canturrean el consabido «qué hay de lo mío»; porque sepa Ribón, como él bien sabe, que quienes rebajan los montones y aligeran los atrasos de esta Justicia sin medios, ya tan típica y endémica de nuestra querida España, somos aquellos que, también con familias y nóminas cercenadas, llevamos en huelga, y no por gusto, desde el mes de abril. Una huelga en la que Ribón también sabe, al igual que toda la opinión pública, que reivindicamos dignidad frente al clasismo del atentado concesionista perpetrado por la ministra Llop y amparado por el presidente Sánchez, quienes, muy progresistas ellos, dan de comer a las élites judiciales, mientras dejan en la cuneta a la mano de obra barata, nunca mejor dicho, que levanta día tras día las avalanchas acumulativas de lo judicial.
Sin embargo, el gremio de Ribón sí que comparece en nuestras sedes cuando a sus intereses conviene para adularnos con cantos de sirenas y con la cantinela de que todos somos un equipo y navegamos en el mismo barco. Porque, no olvidemos, Ribón no es una ONG y, bajo la aparente bandera de la afección a los derechos fundamentales generales, lo que no explicita es que esta huelga también afecta directamente a sus intereses personales y particulares, ya que los paros generan un impacto económico que también incide de manera directa en el cobro de honorarios y en la facturación de tantos despachos donde los expedientes de regulación de empleo son ya una realidad.
Por nuestra parte, hubiéramos preferido que, más que alentarnos a una retirada indigna, mientras los letrados de la Administración y los jueces ven subir sus mieles retributivas, Ribón se hubiera sumado fraternalmente a las voces y a las reivindicaciones más que justas de nuestro colectivo frente a un gobierno indolente, clasista y despectivo que hace oídos sordos y ojos ciegos a la mano de obra barata de una Justicia que se desmorona.
Tristemente brilla por su ausencia, pero hubiera sido coherente con el discurso de Ribón, que también pronunciara una crítica hacia las inercias de la huelga del cuerpo de letrados de la Administración de Justicia, denunciando la presión laboral que nuestros cuerpos generales padecían por parte de los mismos; pero claro, la toga es la toga, y la palmadita en la espalda tan sólo vale con nosotros cuando viene precedida, insistimos, del consabido «qué hay de lo mío»: preguntita de marras que, quizá, los cuerpos generales deberíamos predisponer a la cita previa, no responder si estamos tramitando una cuestión que ha sido presentada con antelación, o, ante la duda, derivar a los despachos del letrado de la Admistración, de su señoría o del maestro armero, pues toda pregunta que se salga de lo estrictamente minutado nada tiene que ver con nosotros, porque, a fin de cuentas, quien no vale para ser respetado tampoco vale para responder.
A 30 de mayo de 2023.